La roca y la ninfa
Entre los pueblos más bellos de Cilento hay sin duda Camerota, el pueblo construido sobre una roca que destaca imponente en el verde más absoluto.
Su belleza de postal es evidente a primera vista: las casas del pueblo no tienen cimientos y están construidas sobre la roca, la mano del hombre se ha fundido literalmente con el paisaje. El centro histórico se desarrolla entre calles, plazas, iglesias, palacios, callejones de arcos de medio punto y arcos apuntados que ofrecen sugestivas vistas en cada esquina.
A pesar de ser un pueblo pequeño, está repleto de monumentos que merecen una visita: las espléndidas iglesias, el Castillo, del que quedan las murallas, el foso, la capilla y las torres, las capillas rupestres. Muy bellos también los edificios recientes, como la Casa de la Cultura y el Anfiteatro Kamaraton, verdaderamente único en su tipo: de hecho, está completamente construido con fósiles de pedernal.
Su territorio está habitado desde el Paleolítico. El mismo nombre Camerota deriva del griego Kamaratòs, curvo, como las numerosas cuevas habitadas desde tiempos prehistóricos.
Aquí se han encontrado hallazgos muy importantes en piedra paleolítica y herramientas de cerámica neolítica, signo de una sociedad sedentaria y ya bien desarrollada.
El pueblo todavía está salpicado de talleres artesanales que trabajan la cerámica: ¡la tradición se ha perpetuado durante más de 6000 años!
Su posición geográfica la ha convertido, a lo largo de la historia, en un eje muy importante: la presencia basiliana está muy atestiguada, luego entre los siglos IX y XI se convirtió en una de las mejores mansiones fortificadas del Cilento longobardo.
Con los Normandos llega una de las épocas más brillantes. El Torreón Real normando de Camerota, cuyos restos aún son visibles, era un signo del mandato real de una de las figuras más destacadas de la corte real normanda: Florio di Camerota, juez real, vasallo directo del rey.
Aún en el período angevino-aragonés, Camerota fue la primera línea en las Guerras de las Vísperas. De la época virreinal española, sin embargo, las torres de vigía costeras, construidas para defenderse del peligro turco, pero que no sirven para resistir el impacto de los piratas al mando de Dragut, que la atacaron en 1552. El feudo pasó luego a la familia Di Sangro.
Y precisamente a Plácido di Sangro, marqués de Camerota, el poeta Berardino Rota dedica, en sus Rimas, el mito de Kamaratòn, una ninfa tan bella como cruel, de la que Palinuro se enamora perdidamente. La ninfa rechaza su amor, y el joven desesperado persigue la imagen de su amada hasta el fondo del mar, donde muere. Entonces Venus, diosa del amor, ofendida por la crueldad de la ninfa hacia un amor tan puro, decide castigarla: ya que su corazón había sido duro como una roca, ella misma se transformará en roca, la roca sobre la que se encuentra hoy Camerota. La ninfa y la roca unidas por el mito son para siempre pura belleza.
Periodo: tutto l’anno
Adatta a: tutti
Ver disponibilidad