Callejones y abadías

Callejones y abadías

Dónde está:
Centola
Participantes:
min 2 - max 20
Apto para:
Tutti
Duración:
3 ore
Detalles:

Los pintorescos callejones del centro histórico de Centola son un tesoro tan escondido como de fácil acceso. Escenario perfecto para los amantes del foto trekking, este pueblo tiene orígenes altomedievales.

La historia y la leyenda se mezclan sobre su fundación, posterior a la destrucción de Molpa por el general bizantino Belisario durante la Guerra Gótica, en 547 d.C.

Los supervivientes, según la leyenda en número de cien, se refugiaron en las colinas y construyeron un asentamiento llamado, por sus número, “Centula” (“Cento” en italiano significa cien).

Fue el sitio de un importante cenobio llamado Abadía de Santa María, durante mucho tiempo un activo centro ascético y cultural. Después de solo once años desde su fundación bizantina, Centola cayó bajo el dominio longobardo, luego normando, suevo, angevino, aragonés, español, francés.

Esta historia está escrita entre las piedras de sus callejones, con el campanario del 893, el Convento de los Capuchinos de 1619, asaltado por las tropas de Napoleón, y la Iglesia de San Nicolás de Mira, un santo que desde el nombre destaca el vínculo entre este territorio y Oriente.

La herencia basiliana es visible en el campanario de la demolida Iglesia del Rosario. El rito griego sobrevivió en Centola hasta principios del siglo XVII. Luego, aunque solo sean visibles con una lectura minuciosa, huellas notables de esa sobrevivencia de la cultura griego - bizantina quedaron en la toponimia, en los cultivos y en el paisaje agrícola.

La pista más importante es Vía Gelso (Gelso es el árbol de morera): los monjes basilianos introdujeron el cultivo de la morera en Italia, y ese cultivo se convirtió inmediatamente en típico aquí. Y sobre todo, introdujeron la vid griega y favorecieron la producción, en las tierras de Centola y en el cercano pueblo de Foria, de uno de los vinos más preciados de la zona.

El barón Giuseppe Antonini, nacido en Centola, habla de la zona de Centola en su obra “La Lucania” a mediados del siglo XVIII, como caracterizada por “vastas tierras extremadamente abundantes de todo”.

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