El molino y el Pantocrátor
Aquí está otra de las joyas escondidas de Cilento, a años luz del caos y el turismo de masas: el pueblo de San Biase, menos de 300 habitantes, más de mil años de historia en medio de una naturaleza de cuento de hadas.
Su territorio ha sido importante desde la antigüedad, cuando era la línea fronteriza entre los griegos de Kora de Elea y los Lucanos. El río Palistro que fluye allí fue una de las rutas que unían el interior con la costa, imprescindible para el comercio.
El pueblo propiamente dicho fue fundado en la Edad Media. Aquí también está el signo muy fuerte del monaquismo italo-griego: San Blas de Sebaste fue un obispo armenio, venerado como santo incluso hoy por católicos y ortodoxos, y la iglesia a él dedicada fue el primer núcleo alrededor del cual se desarrolló la aldea.
La presencia de los basilianos ha dejado magníficos testimonios.
Se inició el cultivo de la morera, fundamental para generar economía mediante la cría de gusanos de seda: esto enriqueció la ya muy rica vegetación autóctona con otra especie, donde destacan castaños, olivos y cerezos.
Pero el testimonio más bello está sin duda en la iglesia: una impresionante serie de frescos, en los que destaca un bello Cristo Pantocrátor, la firma más impecable de la órbita greco-oriental.
Esto, de paso, está al lado de un lienzo de 1600 de la Escuela napolitana.
La arquitectura del pueblo es sumamente fascinante: edificios señoriales que dan testimonio de su riqueza, arcos, casas de piedra.
Y como un tesoro escondido, un hermoso molino de agua del 1400: alimentado por las aguas del río Palistro, es un atractivo que por sí solo merece una visita, pero que, colocado en un contexto tan evocador, se vuelve si posible aún más hermoso.
La excursión ofrece un medio día realmente diferente de lo habitual: a poca distancia de los principales centros turísticos costeros (Casal Velino, Acciaroli, Pioppi, Ascea, Pisciotta, Palinuro, Marina di Camerota), un camino fuera de los esquemas habituales, perfecto para relajarse y regenerarse en medio de la belleza.
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