Higúmenos y juguetes
Sede del “Festival Internacional de Juegos y Juguetes Tradicionales”, este distrito fue la “despensa” de los poderosos higúmenos de las abadías de Cuccaro, Eremiti, S. Mauro, San Nazario, por un lado, y Abatemarco y Montano Antilia, de otro.
En la época de los monjes italo-griegos, de hecho, floreció el comercio de una gran variedad de productos: alimenticios, desde el aceite hasta el vino, desde los higos hasta las castañas; artesanales, desde las herramientas para trabajar en el campo hasta los muebles para amueblar casas e iglesias, pergaminos para libros de cultura y oración y para la estipulación de contratos en los mercados, el escrupuloso listado del ajuar de las novias, artefactos de lino, producto de manos expertas en telares.
El pueblo se construyó en una posición muy favorable para el comercio, a lo largo de una arteria muy importante: la Vía del Sale, que desde Policastro llegaba a las abadías de San Nazario y Cuccaro Vetere. La ruta también fue bien conocida por los árabes, que la siguieron para realizar sus incursiones, hasta que llegaron los normandos, y con ellos la organización de un sistema de protección.
El nombre de la ciudad deriva claramente del francés medieval “Manse en celle”: manse es una expresión típica de la región de Lorena que indica una casa rural con su campo circundante, en celle designa lo que pertenece a la misma propiedad. Los Mansi se convirtieron entonces en los seis caseríos históricos que se originaron en el pueblo, a estos en los tiempos modernos se sumaron otros dos a los ocho actuales.
Merecen una visita la Iglesia de Santa Maria Lauretana, donde vivo es el culto de Santa Irene (santa griega), que data de 1478, en parte despojada por las tropas napoleónicas, y los lugares de las ejecuciones de los libertarios protagonistas de los disturbios de 1828, hoy en día plazuelas tranquilas que gozan de panoramas soberbios.
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